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Faraón (en hebreo, פרעה; en griego, φαραώ, copto : ⲡⲣ̅ⲣⲟ Pǝrro) era el título dado al rey en el Antiguo Egipto. Para los antiguos egipcios, el primer faraón fue Narmer, denominado Menes por Manetón, quien gobernó hacia el año 3150 a. C. El último faraón fue Cleopatra, de ascendencia helénica, que reinó del año 51 al 30 a. C.
Sin embargo, el título de «faraón», con su término egipcio pr ˤ3 (per aa), ‘casa grande’, solo debería utilizarse en puridad, cuando Egipto llegó a serlo de verdad, extendiendo su poder más allá de su territorio original, que se produjo solamente a partir del Imperio Nuevo, más específicamente, a mediados de la Dinastía XVIII, posterior al reinado de Hatshepsut.[1]
Los faraones fueron considerados seres casi divinos durante las primeras dinastías y eran identificados con el dios Horus. A partir de la dinastía V también eran «hijos del dios Ra». Normalmente no fueron deificados en vida. Era tras su muerte cuando el faraón se fusionaba con la deidad Osiris, adquiría la inmortalidad y una categoría divina, siendo entonces venerados como un dios más en los templos.